Leer...

Este fin de semana formé parte de las estadísticas de taquilla y fui a ver El Código Da Vinci, la verdad, me gustó, especialmente el personaje de Sophie, típica francesita, y me hizo recordar mi reciente paseo parisino, la verdad es que la disfruté, aunque definitivamente leer es mejor experiencia, eso me ha pasado con todos los libros que he leído y que después convierten en películas... Debo confesar que me gusta leer especialmente novelas y biografías, aunque de repente leo uno que otro libro fuera de esas clasificaciones, ahora mismo tengo en proceso dos libros que me he tardado mucho en leerlos porque no me he dado el tiempo para hacerlo, aparte de que no me han capturado como otros para devorarlos, son como los libros pendientes pero si cae otro más interesante, lo leo primero y luego regreso a los pendientes...

Recuerdo haber descubierto el mundo de la lectura desde pequeña, en casa existían unas colecciones de literatura clásica que fueron mis primeros libros, la niña de 6 o 7 años leía a Shakespeare, obviamente había cosas que no entendía, pero entonces tomaba un diccionario y buscaba el significado de aquello que no entendía, aunque creo que a veces consultaba más el diccionario que lo que realmente avanzaba en la lectura...

Después en las vacaciones escolares, cuando íbamos a casa de los abuelos, recuerdo que había un librero repleto de revistas Selecciones del Reader's Digest, las bebía por completo, aunque muchas de ellas eran de los 70's y para ese entonces ya corrían los 80's, y así, de a poco, se convirtió en hábito autoadquirido, porque aunque mis padres leen de repente, no eran precisamente de esos que fomentan la lectura...

Un hecho curioso es que los libros existían en casa por razones muy diferentes a la cultura como podría pensarse, estaban ahí porque eran parte de un gran paquete de enciclopedias que mi madre compró por insistencia de mi padre de tener suficiente material bibliográfico como para evitar que mis hermanas se pasaran la tarde en la biblioteca del pueblo... Creo que si mi infancia fuera en los tiempos modernos, mi padre compraría una computadora con Encarta solo por evitar que mis hermanas fueran a los cyber cafés...

De cualquier forma agradezco infinitamente la contribución indirecta de mi padre a fomentar mi hábito de lectora, aunque ese no fuera su propósito final...

Llegó un tiempo en el que mi costumbre era leer antes de dormir, y tiende a seguir siéndolo, aunque algunas veces le gane la televisión, pero definitivamente siempre he pensado que no existe nada mejor que un libro para olvidarnos de nosotros y sumergirnos en un mundo paralelo que nos parece muy real al hacernos sentir, llorar, reír, sufrir y toda suerte de emociones que provocan gracias a la imaginación, tanto del autor como del lector...

Benditos sean los libros!